A menudo empiezo mis
textos diciendo a menudo
Porque a menudo me
pasa lo que digo y cuento
No miento ni invento,
solo siento lo que escribo
O es que escribo lo
que siento
Es una paranoia, bien
que lo sé
Y es que detesto
saber lo que ya sé
Si implica no saber
lo que quiero saber
Y no olvidar lo que
no quiero ya saber.
Rizando el rizo hasta
curvas inimaginables
Como las de tus
caderas saltando al compás de los muelles
Ni por fama ni
blasfemia, son esos ojos negros
Entrecerrados en los
que me pierdo y me encuentro
Me engaño, ilusionado,
cuando mi saber se nubla de placer
No hay mucho que
hacer.
Hablamos de libertad,
pero solo nos liberamos de otros
Para ser presos de
nosotros
Para sucumbir a las
rejas de la mente
Y al laberinto del
corazón impertinente.
La larga calada es lo
único que me relaja,
No sé si del aire o
del suspiro, o del oxigeno que nubla mi juicio
Vicio-so obeso
converso con el verso y creo el nexo
Que une cada suceso
que atravieso en el letargo de cada día
Al igual que el
redoble de cada beso.
El mundo se pudre y
no tiene fuerzas para quejarse
Unos sufren y otros
disfrutan el sufrimiento del desastre
O simplemente omisos
a la catástrofe.
Ver donde otros ni
siquiera miran
Observar aquello que
los demás obvian
Lo bello n oes la
mejor opción
Porque cada uno ve lo
que quiere como mejor
Yo lo veo como que tú
eres perfecta,
No por superior, sino
por ser diferente a lo que hay alredor.