La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

A menudo empiezo mis textos diciendo a menudo
Porque a menudo me pasa lo que digo y cuento
No miento ni invento, solo siento lo que escribo
O es que escribo lo que siento
Es una paranoia, bien que lo sé
Y es que detesto saber lo que ya sé
Si implica no saber lo que quiero saber
Y no olvidar lo que no quiero ya saber.
Rizando el rizo hasta curvas inimaginables
Como las de tus caderas saltando al compás de los muelles
Ni por fama ni blasfemia, son esos ojos negros
Entrecerrados en los que me pierdo y me encuentro
Me engaño, ilusionado, cuando mi saber se nubla de placer
No hay mucho que hacer.
Hablamos de libertad, pero solo nos liberamos de otros
Para ser presos de nosotros
Para sucumbir a las rejas de la mente
Y al laberinto del corazón impertinente.
La larga calada es lo único que me relaja,
No sé si del aire o del suspiro, o del oxigeno que nubla mi juicio
Vicio-so obeso converso con el verso y creo el nexo
Que une cada suceso que atravieso en el letargo de cada día
Al igual que el redoble de cada beso.
El mundo se pudre y no tiene fuerzas para quejarse
Unos sufren y otros disfrutan el sufrimiento del desastre
O simplemente omisos a la catástrofe.
Ver donde otros ni siquiera miran
Observar aquello que los demás obvian
Lo bello n oes la mejor opción
Porque cada uno ve lo que quiere como mejor
Yo lo veo como que tú eres perfecta,

No por superior, sino por ser diferente a lo que hay alredor.