La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

lunes, 10 de marzo de 2014

El rugido del León.

Intento evadirme de todo, intento no pensar, intento dejar que el fuego se apague y que el tema se enfríe para no pensar en caliente, ser yo mismo y ser como me gusta ser, objetivo. Pero entonces llega el maldito momento en el que ya nada puede evitarlo, ya no puedo callarlo. Necesito hablarlo. Decirlo. Necesito pegarle a algo. Hacerle boquetes a las paredes y desencajar los nudillos. Sentir el calor de las manos para que se calme la cabeza. Necesito salir, huir de todo, desparecer después de gritarlo.
Nada podrá resguardarte. Nadie podrá calmarte. El cachorro se convierte en león deseando sacar los colmillos a la par que se ruge.


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