La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

domingo, 12 de agosto de 2012

Todo el mundo odia los prejuicios, sobre todo cuando van para uno mismo, cuando juzgan sin saber, cuando hablan sin tener nidea. Pero ningún jorobado se ve su joroba cuando raja de los demás, cuando empieza a decir, a comentar, a juzgar. Nunca lo ve.
Y quien juzga, al final se queda solo porque cree que todos somos iguales. Y que encima un solo acto basta para condenar, pero nunca para salvar.
En soledad, no se alcanza ninguna cima.

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