La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

domingo, 20 de abril de 2014

Pilas sin energía, recuerdos sin importancia.


Es algo de lo que he intentado hablar ya tantísimas y tan diferentes veces. Todas del mismo tema, todas por diferentes motivos, pero siempre hablando de lo mismo, y siempre con toque diferente. Siempre he hablado del cambio en sí, pero esta vez es diferente, esta vez, importa el final. El desenlace de todo. Tantas veces he hablado de cambiar, de cambios, de que cambiemos. Y la verdad es que, como tantas veces he dicho, el cambio se nota después. Cuando te das cuenta que ya nada es igual, y pocas veces resulta parecido.
El cambio llega, ocurre y no te das cuenta, solo lo sientes en ti cuando ves algo de tu pasado, algo que formó parte de ti. Algún objeto, alguna persona, alguna imagen, alguna palabra, algún gesto. ''Algo'' que te hace recordar lo que antes fue, ''algo'' que te provocaba amor, odio, amistad, respeto, miedo, asco, valor, cualquier sentimiento o capacidad, y que ahora es como una pila gastada, que pasas a su lado, lo ves, recuerdas, pero nada más, ya no tiene ningún valor, solamente sirve para ver y mirar a otro lado ya que ni tú tienes interés ni ganas, y sabes de sobra que la pila jamás hará nada.
Sólo queda, tanto a ti como a la pila, pasar de largo y seguir los respectivos caminos, con un cada vez más vago recuerdo del pasado.

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