La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

miércoles, 9 de abril de 2014

Reflexión del día.


Hay veces que tengo un sentimiento realmente extraño, como casi con todo, intento tomarlo con lógica, analizar, y elaborar una de mis tantas teorías. Pero con este sentimiento es diferente, porque no hay una forma de explicarlo con palabras. Rizando el rizo viene a ser como una intuición de mi reacción ante la situación donde se manifiesta el sentimiento.
Una realidad en la vida de hoy es el engaño, las puñaladas traperas, por la espalda, el que te critiquen, el que te la jueguen todo eso, por suerte o por desgracia está presente en nuestras vidas, con engaños de amigos. Y ante esta traición, la mayoría de la gente, y con razón, ve como única solución la ira y el odio. Echar la cruz. Juzgar. Sentimiento mayormente fundamentados ya que estando en caliente es lo que todos sentimos. Pero intentando pensarlo con frialdad, si hemos sufrido un engaño, quien nos dice que esa información que nos ha llegado no está tergiversada, mucho o poco, pero pueden haberla cambiado hasta llegar a ti, y sin embargo creemos ciegamente sin saber la verdad, y prejuzgamos. Por otro lado, que también los hay, están los casos en los que lo vemos con nuestros propios ojos, no vemos como se acerca el cuchillo, pero si vemos quién, cómo y por dónde nos clavan el cuchillo, y ahí es donde más se fundamente esos sentimientos de ira y represalia.
Pero habiendo analizado esta situación es cuando yo me cuestiono si realmente tenemos derecho a tomar esa actitud. Porque que levante la mano el que más o menos, indirecta o directamente, no ha mentido. Entonces pienso en un principio que muy poca gente tiene, yo tiendo a denominarlo como se dice en la jerga policial:
''Reincidir es delito''
Todos hemos cometido errores, patinazos, más grabes o menos (ojo teniendo en cuenta un mínimo de moralidad, no comparar un asesinato con una mentirijilla de hacer piarda o algo similar). Y tras mucho reflexionarlo y darle la vuelta, llego a la conclusión de que todo el mundo merece una segunda oportunidad, que puede hacerlo que quiera, redimirse o reincidir. Pero de entrada todos deberíamos merecer una segunda oportunidad, sea cual sea el error. Pero supongo que es una idea estúpida ya que ni la gente está dispuesta a perdonar y escuchar la realidad, ni mucho menos a quitarse el gusto de juzgar.

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