La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

jueves, 8 de agosto de 2013

La vida y la muerte.

Avariciosos y descontentos a menudo, hasta que nos dan nuestro mejor y grato aliento, el último aliento y respiro en el que damos la última pincelada a nuestra vida mientras que pintamos de negro la vida de los de alrededor.
Conforme va pasando la vida me reafirmo, que sí es cierto, que perder a los cercanos ya sea por una vez o para siempre, es duro. Yo mismo lo he sufrido en mis carnes. Pero en esos momentos, algo en mi interior me extrañaba, y hasta hace unas semanas no sabía que era. Y es la aceptación. Es saber que sí, que hemos perdido una de los ejes y pilares más preciados de nuestra vida. Pero, nuestras lágrimas aunque ayudan para el desahogo, no ayudarán a que todo cambie. A que vuelva. Solamente a que si está en algún otro lugar y nos ve, se sienta mal, se sienta fatal por provocar lágrimas.
Es insoportable el nudo en la garganta, cómo cuesta respirar, y sobre todo como cuesta creerlo, pero es así. Vendrán muchos días de asimilación tras el último adiós. Y cuando te vengas a dar cuenta, las lágrimas pararán, y solamente habrá una sonrisa quizás con lágrimas, porque sabes que esa persona he hecho mella en ti, y te encanta la mella que ha dejado.
Por eso he llegado a la conclusión, llegada mi hora, no habrá lágrimas en mi cara, solamente sonrisas, porque sea como sea, es mi momento y no voy a poder evitarlo. Lucharé hasta mi último aliento por exprimir cada posibilidad, pero cuando no haya vuelta atrás, solamente tendré una sonrisa en mi rostro, tanto para aquellos que me ven por última vez, como por mi mismo, porque seré feliz, sabiendo que llegada mi hora, habré luchado por mis ideales. Y tú fuiste la última en demostrármelo.

23/07*

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