Días en los que quieres escribir un montón de cosas, y tienes ideas y pensamientos para hacerlo. Pero una vez más las palabras no salen. Ya no se quedan en el tintero, si no que se quedan por el camino entre el cerebro-corazón y la mano ejecutora.
Abres el reproductor de música. Pasas, pasas, pasas, y así un montón de canciones, y ninguna se acerca al sentimiento que tienes. No sabes cuál es la canción, y menos aún el sentimiento, hasta que llega el ritmo, la letra y la unión en la que no te sientes tan sólo, mientras deseas despertarte mañana con la cabeza en su sitio.
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