La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

lunes, 19 de mayo de 2014

Otros tiempos.

Hoy la nostalgia es la dueña de mi cabeza. No es una nostalgia de amor o desamor, de odio o desprecio. Es la mejor nostalgia de todas, la añoranza, el recuerdo, la más sana. Recuerdos de lo que un día fui.
La chispa de este sentimiento ha sido una conversación, que poco a poco se fue tornando a hablar de una de mis prácticas de las que siento muy orgulloso. Que para unos no es nada, es nada más que hacerlo y punto, pero para mi es bastante más, fue bastante más. 
¿El qué?
Sin duda, los graffitis. El dibujar, en pintar, el trazar y unir trazos, que para unos no tiene sentido, ni lógica, ni letras, y para mi lo tiene todo, como hijos míos. Aquellos tiempos, aquellas tardes con Rap en mis odios, sin preocupaciones en la cabeza y sin sentimientos en el corazón, todo se quedaba fuera cuando habría el estuche, cuando destapaba el bote, cuando me ponía a trazar. Solamente yo, y el lienzo. Es absurdo buscarle sentimientos y sentido a esto, para unos es sólo Arte que transmite algo y ya está. Para mí, era mucho más. Era la forma de evadirme. Ante la luz de una tenue farola, ante la luz en la oscuridad de un flexo, improvisado o con boceto. Solamente mis dedos y nada más, todo se quedaba fuera, para unos está el pasear por la noche despejarse, para mi era trazar trazar y trazar.
Hoy al ver uno de mis antiguos graffitis a papel, me entró toda la nostalgia y simplemente quería compartirlo conmigo mismo. Grandes acciones en grandes momentos.

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