La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

martes, 17 de agosto de 2021

A un clavo ardiendo.

Las decepciones no tienen nada que ver con los demás, tienen que ver con uno mismo. Nosotros creamos nuestras ilusiones, esperanzas y expectativas, y automáticamente estamos creando nuestros propios fantasmas que nos atormentarán, nuestra caída y nuestra desilusión. No culpes a nadie, nadie tiene mayor culpa que tú. Cogiste un sentimiento, un acto, un momento, y lo hiciste divino y sagrado para ti, y en ese momento firmaste tu sentencia. Te quedaste colgado de un fino hilo que no depende de ti, te pusiste en manos de los demás, y al hacerlo no controlas lo que puede pasar. No debería sorprenderte lo que ocurra, ni lo bueno ni lo malo. No debería alegrarte lo bueno, ni entristecerte lo malo. Simplemente nada debería perturbarte pues tú mismo firmaste esa carta en la que quedabas a merced de los demás.

Te aferras a cualquier clavo ardiendo, te aferras a un pequeño tornillo que está al rojo vivo, y crees que todo saldrá bien, como lo has imaginado, como lo has deseado en la parte más profunda y oscura de tu ser y tu corazón, pero la realidad resulta que nadie puso ese clavo ahí, solamente tú. Tú lo clavaste, tú soñaste, tú te creíste que iba ser diferente, que todo estaba fundamentado.

No haces caso a las señales, a los actos, a la realidad, solamente te aferras a lo que tu mente y tu corazón quieren ver, a lo que quieren que pase, y así es como llega el "ZAS EN TODA LA BOCA".

No culpes a nadie, ni siquiera a la persona/s de tus ilusiones, pues ellos no hicieron nada, lo hiciste tú solito. 



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