La misma idea ronda por la cabeza: Lo rápida que es nuestra imaginación que conecta todo como una tela de araña con forma de tornado donde nuestro ser es el epicentro. Y muchas veces me he dado cuenta de un punto sobre mi mismo, que hoy me atrevo a expresar, aunque bastante complicado porque ni tengo fuerzas ni tengo inspiración ahora mismo.
Ante estas situaciones, una vez que el cerebro manda este mensaje, suelo motivarme, todo sea dicho. Y después empiezo como a "implicarme", como a favorecer ese nexo, esa unión, ese nuevo camino. Y aporto tanto esfuerzo y de mi parte, como esperanza y ganas. Pero mi siguiente paso, después de todo suele ser una pequeña prueba (me he dado que soy muy de pequeñas pruebas, eso da para otra entrada), como un: este punto que está rondando mi cabeza, no es locura mía.
La cruda realidad al final de esto es la que cualquiera puede esperar, la imaginación del cerebro genera imaginaciones, no hay más. Y ante eso, es tremenda decepción.
Y la verdad es que por mi forma de ser, soy bastante así, de aferrarme a un clavo ardiendo, quemarme, ilusionarme, equivocarme, desmotivarme. Es la cadena de sucesos que me ocurre continuamente y con muchísimas cosas. Y mientras escribo esto, me siento bastante solo en ese sentido. ¿Soy el único subnormal así?¿Nunca está al otro lado alguien que piense y que sea como yo?¿Alguien que luche y dé y se aferre a clavos ardiendo? La respuesta se presenta compleja pero se desmenuza rápido. De entrada se podría decir que si al otro lado fueran como yo, también me pondrían a prueba. Pero partimos del primer paso que se da, de que yo ya me aferré a ese clavo, por lo que como si de una partida de ajedrez se tratase, la esquina contraria debería mover ficha.
Pero todo se queda una partida en tablas, donde siempre pierdo yo porque directamente no tengo contrincante.
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