La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

martes, 27 de noviembre de 2012

A menudo pienso en el pasado, sin motivo de añoranza ni nostalgia, solo recordatorio, al igual que pienso en el futuro, sin deseo ni estrategia de ganancia, solo como visión. A menudo pienso, no sé si por virtud o maldición, en todos los condicionales, los perfectos y los imposibles, los añoradados y los dolorosos. Constantemente estoy pensando y pensando, y todos los que me conocen de verdad lo pueden corroborar  no paro de darle vueltas a la cabeza. Nunca por sentimiento, nunca pongo en juego mi estado de ánimo, nunca dejo que me afecte ni el pasado, ni el presente ni el futuro que creo en mi mente, podría decirse que siempre he tenido mucha imaginación y por qué no, también esperanza. Pero nunca apuesto lo suficiente como para perder.
Me gustaba pensar los múltiples caminos que había, caminos heroicos, caminos nostálgicos, desapercibidos, llamativos, todo tipo de situaciones. Muchas he de admitir que me gustaría haber vivido o vivir, y más de uno sabe de lo que hablo, y otras, obviamente desearía no haberlas vivido pese a que me han traído a este presente.
Épocas oscuras, y épocas claras. También doradas, y también esas en las que uno quiere ser invisible. De todo he vivido y de todo viviré. Nunca aprenderé lo suficiente, y nunca seré tanto como quiero ser. Quisiera poner palabras más concretas, o quizás estas lo son demasiado. No lo sé. Hay pocas cosas que sé en esta vida al igual que el resto de la gente. No sabemos ni de lo que somos capaces nosotros mismos. Solo sabemos... Solo sé, lo que tengo grabado en mi mente. Y es vivir, recordando o sin recordar, sufriendo o sin sufrir. Pero ante todo vivir.
Vivir no significa siempre ser feliz. Pues para ser plenamente feliz también hay que llorar.

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