La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Ser lo que soy, es vida.

El miedo, la gran debilidad del hombre, y a la vez el único ''sentimiento'' más simple de dominar, al que se le puede hacer frente de la forma más fácil y y menos dolorosa. No es como el amor, no es como el odio, la amistad, la tristeza, no es una sensación difícil de superar. Solo hay una forma de superarlo, un único procedimiento para dejar el miedo de lado, y este comienza diciéndote a ti mismo ''BASTA'' admitir lo absurdo que resulta ser dominado por algo tan primitivo, dejar de ocultarnos en él, dejar de usarlo como excusas, no implica ser valiente, implica ser consciente, responsable de uno mismo y de lo que nos concierne, madurar. Dejar de acelerar para no ver lo que hay a tu alrededor, dejar de cerrar los ojos para que todo pase con tu ausencia, dejar de llorar en lágrimas impotentes. El miedo, es impotencia, el miedo... es creer que no eres capaz, no que no te vean capaz, creer que tú mismo no eres capaz. Y quién se pone limites a sí mismo, directa o indirectamente, no vive, no está disfrutando de la cualidad de la vida, simplemente está dejándola pasar como si nada, sin actuar, sin ser lo que uno mismo es. Tenemos vida, y tenemos la capacidad de razonar, aunque no lo parezca, así que usémosla, dejar de vivir escondido en la oscura nubosidad y ceguera que nos provoca el estar acojonados.

Si volviera a vivir todos los momentos de mi vida, los viviría despacio, analizando. Una cosa es el Carpe Díem, y vivir el momento, y otra cosa es vivir a lo loco, sin pensar, sin disfrutar. Cuando corres, no piensas, no observas, no te das cuenta de las cosas que pasan a tu alrededor. Cuando lees rápido no te das cuenta de los detalles, no te das cuenta de las palabras, de sus significados. Cuando escribes rápido, no te das cuenta de lo que escribes, no sabes de dónde sale todo lo que redactas. Cuando vives rápido, no te das cuenta de lo que es tu vida, de las cosas que importan, de lo que nos hace estar vivos, lo bueno, lo malo, no nos deja vivir.

El miedo nos hace correr, desear que todo pase más rápido, teletransportarnos a un futuro o a un pasado.

Y cuando corremos demasiado, al final nos chocamos por no ver las señales, por no ver los avisos, por no ser capaces de reaccionar. Carpe Díem no significa vivir rápido todo, significa vivir lo que vives disfrutándolo al máximo.
Constantemente intento que esta sea mi filosofía, por eso cada vez me cuesta más entender a aquellos que tienen miedo a mostrar las cosas, sus sentimientos, sus secretos, sus ilusiones, sus pensamientos y sus opiniones. Ser precavido es bueno, pero ser demasiado reservado, te hace parecer aislado.
No hay que tener miedo  ni a vivir ni a la vida
solo hay que disfrutar y hacer frente a cada momento
que en ella se aviva.

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