La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Sincerándome un poco conmigo mismo, casi siempre que escribo algo lo escribo improvisado, dejando que las manos escriban solas, y que salga lo que salga, se publicará. Y al instante se me olvidará lo que haya escrito, vaya es costumbre. Hasta que dentro de unos pocos meses me de por repasar y diga: ostia que buena esa, y a la par recuerde los sentimientos que ahora mismo estoy diciendo. Y entonces seguramente me diga: ¿y por qué no hice esto? ¿Por qué no actuaría así? ¿así era yo entonces?
Y supongo que pasa con todo el mundo, ya no los que tengan blog, cuaderno o diario, si no que aquellos que de alguna forma, fotos, canciones, textos, cartas, y recuerdos renacidos al azar para dar por saco, pero todos hemos pasado, pasamos y pasaremos por ello. Y aunque me incluyo, lo admito y lo odio. Odio la parte del ser humano de los remordimientos, de las preguntas. Pero no las preguntas que uno se hace en el futuro recordando en el pasado. Si no las preguntas del presente, las dudas, los secretos, el miedo. El ser humano no tiene miedo, el ser humano, está acojonado de que si hace algo todo salga como una puta mierda, y entonces echará las culpas al destino. Pero aquí no existe el destino, no existen puertas traseras. Y entonces tenemos ''miedo'' más bien nos inquieta las consecuencias de lo que podamos hacer, de lo que hemos hecho o de lo que en el fondo, estamos deseando hacer. Y una persona no se define por su corazón, ni por su mente, se define por lo que oculta en cada cosa. Todos los sentimientos y pensamientos que tenemos escondidos bajo llave, impenetrable para que aquellos lobos con piel de cordero, lobos directos o incluso para aquellos imbéciles de la vida que se preocupan por los demás. Pero la verdad es que si no se confía, si no dejas que los demás abran las puertas de ti, de tu vida, de tu forma de ser. Si no vivimos en sociedad no somos nadie, no somos humanos.
Y cuando digo vivir en sociedad, digo.. VIVIR en sociedad, no matarnos unos a otros por motivos insignificantes, no discriminarnos por lenguaje, nacionalidad, color o físico. La especificidad nace en la biología, en la genética, y sigue en nosotros, ser único no es malo, ser único es salirse de la rutina y ser capaz de ver los errores en el grupo y arreglarlos en tu vida siendo tú el ejemplo. «Obra como si, por medio de tus máximas, fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines» Kant ya lo dijo. La mejor forma de ser único es ser mejor y que todos puedan ser como tú. Y vuelve a salir el miedo, miedo al diferente, a que sean mejor que nosotros, y aquel que nos supera, nos lo quitamos de encima.
La mentalidad humana va en declive.. Todo está marcado por una sociedad capitalista que esta tardando demasiado en consumirse, mientras el planeta se ahoga en la capa de ozono, el amor de corazón ha pasado a ser un mito, la discriminación tanto por raza, por pensamiento, creencia y cualquier cosa.

Un solo acto basta para condenar a uno mismo y a los demás, pero no basta para salvar.

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