La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Sentir ese subidón de adrenalina en el cuerpo. Cuando menos te lo esperas, sin esperartelo, pero deseándolo con fuerza. Volver a sentir ese acelerón en el corazón, dejas de pensar, te deja de importar lo demás. Pierdes la noción del tiempo, de los días, y de los instantes. Solamente importa ese Misero Segundo en el que todo sucede. No importa lo pasado, lo malo que te ha ocurrido para llegar hasta ese momento, tampoco importa lo que te ha costa, todo lo que has pagado para conseguirlo. Y mucho menos importa lo que sucederá después de ese momento, después de ese Big Bang en el que todo se rompe, las reglas desaparecen, las leyes y doctrinas establecidas se van al garete.  No hay normas, solo corazones. Puede ser momentos únicos como el primer beso con la persona a la que has estado destinada  toda tu vida, o puede ser la rotura de la relación por la que has dado todo sin razón suficiente, ni tan siquiera insuficiente. Puede ser un suspenso un aprobado, puede ser una muerte o un nacimiento, puede ser cualquier cosa, cualquier momento y debido a cualquier acontecimiento, pero solo tenemos clara dos cosas.

1ª) Que sea lo que sea, hace que tú mente se descontrole junto con tu corazón, parece que te envía a otra dimensión en la que la memoria actúa a toda pastilla trayéndote recuerdos del pasado relacionado con ese presente.
2ª) Quieras o no, ese acontecimiento ya se ha enlazado con tu futuro, con cualquier cosa, y estás destinado a recordarlo todo el resto de tu vida.

Sentir cómo se para el mundo, y desaparece, dando paso a la actividad cerebral y del corazón, en potencia.

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