La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Aprendiendo

Aprendí a dar pasos calculados, a contar los centímetros, la dirección y sentido del vector. Aprendí a saber donde pongo los pies, donde quiero dejar mi huella, donde quiero dejar mi marca, donde mi firma y en qué pared improvisar con el bote. Aprendí a rimar los versos adecuados, a plasmar los sentimientos, ¿cuáles? por supuesto todos. Aprendí a saber quién soy, de dónde vengo y a dónde voy. Aprendí a escoger las palabras adecuadas, y también a quién decirselas. Aprendí a vivir, a apreciar la vida que tengo, a apreciar lo que soy, disfrutarlo y seguir con lo que tengo. Aprendí a agradecer por tener las cosas que me rodean, las cosas que tengo, las cosas que tuve y las cosas que tendré. Muchas más cosas aprendí. Pero, aún me queda más aún por aprender.
Y no aprendí de libros, de textos, videos, tutoríales, ni nada por el estilo, no. Aprendí a través de mi camino, a través de los errores, de los cuales, cuánto más caro lo pagues, más se te mete en la cabeza, más lo aprendes y más te conciencias. Así son los errores, los mejores profesores.

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