La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

9*

Me despierto, miro a mi lado y no hay nadie, no hay nadie junto a mi que me de la mano, o al menos el aliento de los sueños. No hay nadie. No hay una mirada entrecerrada atrapada por Morfeo. Me levanto, entre patinazos con las chanclas y esquivando la ropa del día anterior, me dirijo al baño. Un poco de agua en la cara y un rato mirando al espejo, mirándome lo que soy y lo que he sido a través de mis ojos. Pero no hay nadie que venga pro detrás y me desconcierte con un abrazo inesperado. Ducha caliente, para calmar las ganas de acostarme de nuevo, y conseguir despertarme del todo. Tengo el calor del vapor y el calor del agua, pero me falta el calor de esos brazos estrujándome. Ese calor, que tras salir de la ducha y soportando el frío, sigue acariciando mi cuerpo, haciéndome sentir protegido.
Desayuno, no con diamantes, pero desearía que fuera contigo mi estrella. Estudio, apuntes, exámenes y repasos. Lo que daría por un cambio, entregar eso y recibir tus caricias, tus abrazos y tus besos. Pero no es así, ya incluso me conformaría con que solamente fuera tu aliento, tu mirada. Bus agarrado de las barras, cuando preferiría estar agarrado de tus cinturas, y tenerte pegada junto a mi, tanto que no entrase ni un brisa de aire. Clases aburridas dibujando corazones y soñando situaciones en la que no nos separamos, en la que tengo. Sueño así estando despierto, sueño contigo, anhelándote, imaginando un reencuentro, un día junto a ti.
Vuelta a casa, autobús petado, no, lo siguiente. A oscuras las pequeñas luces iluminan las calles, a oscuras camino con las manos en los bolsillos soñando que es la tuya la que busca la mía, e ir cogidos de la mano, a nuestra forma. Pero al llegar a casa solamente encuentro solo a mis compañeros y solo se encuentra mi corazón ya que la razón de sus latidos está demasiado lejos. Organización tras lo dado. Cena. Soledad, y añoranza por doquier, pues me faltas tú. Tarde o temprano, me acuesto, con demasiado espacio en la cama y con demasiadas sabanas para mi, pues preferiría que tú estuvieras ahí quedándotela tú.

Y este es mi día a día, mi añoranza eterna e interminable. Mi deseo por tenerte junto a mi 25 horas al día, mi deseo de que nuestros días no estén tan separados. Mi anhelo de verte a cada instante

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