La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Una vista a la realidad

A veces el chip se desconecta. Lo que te rodea desaparece, todo, sin importar su importancia. Te embarga un sentimiento de duda, de desconcierto. Cuando quieres expresarlo ese sentimiento te elude, te huye. Y cuando no tienes forma de expresarlo te posee. Suele pasar en las aglomeraciones, en los cambios de rutina, o quizás en los excesos de la misma. Cuando todo es tan rayante y escénico que resulta monótono  e incluso podrido. No es un sentimiento de tu corazón, es claramente un sentimiento de tu cabeza. Al ver tu alrededor, al ver lo que han cambiado las cosas, o al ver lo que has cambiado tú respecto ese mismo alrededor.
Más profundo tú, o más absurdo el ambiente. Pero esa no es la cuestión, la cuestión se desencadena cuando quieres observar el cambio, cuando quieres saber por qué pasa lo que pasa, y por qué ocurre así y no como debería ser de verdad. Porque la verdad no es aquella que es más verdadera que las demás por imposición de la fuerza, la verdad es una mezcla de justicia e igualdad, a mismas proporciones. Para mi la verdad es la Ley suprema, y como tal debe ser igual para todos. Y conforme voy creciendo como persona, me doy cuenta de que no es así. Quizás por destino o por capricho, mis estudios me están mostrando como ha sido, cuán despiadado es el hombre conforme va aumentado su capacidad cerebral, inteligencia y capacidad de razón.
La cual se relaciona directamente con el afán de superación, de poder y de pisoteo a los demás.
Constamente se ve por todos lados. Y aquellos que luchan por evitarlo acaban encontrando un final peor que el que intentan evitar, aunque eso los convierta en mártires. 
Supongo que como yo hay cientos de miles de personas que opinan lo mismo, y por el contrario habrá varios millones que piensan lo contrario y se sienten asustados por estos pensamientos.
Pero todos somos iguales, todos tenemos los mismos rasgos, los mismos antepasados, y por lo cual deberíamos ser tratados de igual forma.
Si todos los jefes de estado, tiranos, dictadores y altas clases vivieran como viven los demás, desearían volver a sus tronos. Sin embargo los que ya viven en las bajas esferas solo anhelan mejoras en sus vidas sin llegar a las supremacías.

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