La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Nosotros hemos cavado nuestra tumba.

Si el hombre ha crecido como especie y junto con él sus actitudes, sus aptitudes, y sobre todo su capacidad cerebral y por lo tanto de razonamiento. ¿Qué impide la igualdad?¿Cuál es el bache o el muro que no permite alcanzar esa meta?
A menudo lo pienso, y me cuesta expresarlo, pero desearía que todos lo oyeran, desearía que todos leyeran mis palabras y pensasen si es que estoy loco, o si son ellos los locos.
Porque todos tenemos los mismos rasgos, no me refiero a los físicos, pues quien se fija en ellos es que se ha desviado de la lógica y la entereza. Me refiero a los rasgos del interior, todos somos iguales, nacemos de una unión buscada o no, pero de la misma forma, y tras un proceso de embarazo de nueve meses, salimos a la luz, pero cuando salimos al mundo no tenemos la culpa del lugar en el que salimos ni las condiciones, ni siquiera las tienen nuestros padres, ni nuestros antepasados. Quien de verdad tiene la culpa son aquellos que ostentan el poder, y que han creado esa clase o país inferior y subdesarrollado. Y de igual forma morimos, unos por balazos, otros por naturalidad, pero todos morimos igual, apagándose nuestra vida y dando paso a la continuidad de la vida.
Nuestro pasado es el mismo, no el pasado de hace unos segundos ni hace unos años. El pasado de nuestros antepasados, de nuestro predecesores, todos venimos del mismo mono. Casi 7 millones de años de evolución casi perfecta, tanto física como socialmente, que han dado lugar a un infierno en el presente y en la realidad.
Pues la perdición del hombre no tiene unos pocos años, la perdición del hombre se fecha con el primer esclavo, con la primera clase social, con la primera discriminación. Ahí fue cuando tachamos nuestro futuro, con una larga e interminable lista negra.

Hasta que todo hombre sea libre y igual a los demás, todos somos esclavos y subdesarrollados.

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