La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Sincerándome

Cuando tenía unos 14 años, siempre me gustaban las películas de héroes, no por que tuvieran superpoderes para volar, lanzar telarañas, super fuerza y tal. Me gustaban por la idea que mostraban, o al menos lo que a mi me mostraban. Será muy peliculero, pues no lo niego la verdad. Pero es lo que ha llegado hasta mi. Es lo que siento y es mi ideal. 
Ser capaz de decir basta. Ser capaz de decir se acabó. Porque esos héroes eran capaces de hacer frente al miedo, de luchar por lo que es correcto, de luchar por el bien de todos y siempre por encima del bien propio. Sin importar el dolor, sin importar el sufrimiento, solo luchando por los ideales generales, por ideales como la libertad, la igualdad, la tolerancia. Tenían superpoderes, y sobre naturales sí. Pero tenían un poder que los hacía humanos y a la vez más insuperables. El poder de la constancia, la convicción, la visión de futuro, el no rendirse nunca. Es un poder que todos tenemos dentro dormido, en mayor o en menor medida lo tenemos. A veces lo desplegamos, a veces no. 
Y así fue que poco a poco adquiriendo cultura y sabiduría, descubrí que había personas que si que eran superhéroes que tenían ese poder bien desarrollado. Personas iguales que nosotros, con la misma condición y codificación génetica, pero que han sido capaces de despertar ese superpoder. Personas como Ghandi, Kennedy, Leibniz, Rousseau, Saint-Simon, Martin Luther King. Personas que son iconos, héroes sin capas ni mayas.
Y la verdad, me gustaría que todos los que empuñan armas, todos los que declaran guerras, todos los que matan y asesinan, los que provocan atentados. Al igual que el resto del mundo, pensase por un instante, que si hemos venido y hemos sido concebidos para vivir, ¿por qué gastar la vida matándonos en guerras absurdas, disputas y conflictos? Tenemos una vida que nos han entregado y nos han dado la oportunidad de vivir. Pero la gastamos matándonos entre nosotros.
Querría que estas palabras fueran oídas y leídas por todos. E intentar inculcar lo que he despertado dentro de mi. Pese a que ahora son meras palabras, lucho porque sean gritos de paz.
¡Hey, Rama!

No hay comentarios:

Publicar un comentario