Así son las mentiras, que forman parte de tu vida, de la mía y de la de todos. Te das cuenta de que las tienes hasta en la sopa, y creyendo que luego todo se olvida, todo sale a la luz, pues se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Quizás con buena o quizás con mala intención. Para no hacer sufrir, para crear incertidumbres, para enseñar y sin que te des cuenta, aprendas, pero no hay forma de vivir mintiendo, y menos vivir en una mentira. Dicen que es la mejor medicina para la vida, que te alimenta de alegría, que ahuyenta a la tristeza, pues vivirás en una mentira, pero feliz. Y acabas viviendo a ciegas con tanta mentira y tanto engaño. Te las cuentan cada día a cada instante, a cada misero segundo, se creen que te ayudan, que te sirven para salir al paso, que nunca contaminan la propia vida y esencia, y que ayudan a vivir, pues la verdad solo provoca dolor.
Sin embargo yo no lo veo, así, yo no veo que sea bueno, que sea sano, que nos aporte una vida tranquila y sin dolor, pues tarde o temprano todo sale a la luz, incluso los más terroríficos y atroces secretos, como los más dulces y santos.
Es preferible una verdad dolorosa que dura un año, que darte cuenta que has estado años engañado y esos años se convierten en dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario