La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Saber usar tal poder, es un privilegio, no un hobbit

Soy de esas personas que leen poco, pero que cuando algo me llama la atención de verdad, pongo mi interés al 100%, y me da igual lo que digan, es mi forma de ser y punto. Y a menudo indago por ahí, buscando textos que me inspiren para los míos, que me hagan reflexionar como a mi me gusta, que planteen una tesis espeluznante. Y cuanto más intrigante es, más veces lo leo y más interés le pongo.
Y a través de lo que escribe una persona, puedes conocer a esa persona, puedes llegar a conocer su forma de ser, de pensar, incluso sus sentimientos, ya sean buenos o malos, pero puedes llegar a conocerlos. Puedes incluso vislumbrar su actitud, sus gustos, sus defectos, sus ideales. Puedes conocer perfectamente a una persona con las cosas que escribe. Y la mejor forma de escribir es escribir siendo uno mismo, y no con pequeños detalles copiados de otros pensamientos.
Pero a menudo me encuentro con textos que no tienen sentido, que en ellos encuentras parrafadas que representan una madurez verbal y una madurez de personalidad que resulta fascinante, pero de repente se cambia el color, y lees entre lineas una actitud de niño, de inmadurez, de retaco que escribe por escribir o porque escribe porque los demás escriben. Como el que fuma para creerse guay y no llega ni a interesante.
Y en gran parte me jode, por que van de sabiondos por la vida, de que lo saben todo, que han experimentado de todo lo habido y por haber de esta vida en tan solo 13 ó 14 años, y que escriben intentando mostrar sus experiencias, y sin saber que les queda mucho por conocer, e incluso a mi me queda y lo admito. Pero hay una gran diferencia, que esas personas escriben por escribir, y personas como yo, escribimos por que lo necesitamos, porque lo sentimos. Porque hemos encontrado refugio en las parrafadas, en los versos, en cualquier forma de escritura, y ellos la usan como pasatiempo, cuando ni siquiera saben el tremendo poder y la responsabilidad que conlleva escribir o decir una palabra.

Para los demás la escritura es un motel, pero para mi es una puta hipoteca. 

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