La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

lunes, 15 de octubre de 2012

Soy lo que quiero y no el yo que tú quisieras.

Por eso cuando escribo, parece que lo estés haciendo tú, porque hemos pasado por lo mismo, en busca de la luz. Yo también he luchado y he perecido en busca del bienestar, en busca de la plenitud y la perfección. Yo también he ido detrás de esa luz que se pierde en el horizonte, en las montañas a lo lejos, pérdida y sin probabilidad de hallazgo. Pero seguramente al igual que tú, yo también he abandonado la idea de perecer y rendirme, y he seguido luchando, por lo que soy, por lo que siento, por lo que creo, por la verdad y la justicia, luchando por lo que crees que está bien. Yo también he seguido buscando mi sitio, mi lugar, y sobre todo, mi nombre, mi marca en este mundo, mi utilidad en este mundo.
Pero al no encontrarla decidí yo poner cara a ese sol que me manda rayos, decidí poner destino a mi sino, decidí ser yo y no el que te querrías haber cruzado en tu camino. Decidí que se acabaron las gilipolleces, decidí cambiar de vida, de forma de actuar, cambié. Obligado quizás, y por un acontecimiento más que relevante, y a la par destrozante. Me cambiaron, y no sé si esa era la intención, pero esto es lo que soy, esto es lo que he decido ser. Y desde entonces sigo en busca de un nuevo sol en el horizonte. Aunque sea a contracorriente, aunque no les parezca bien a los demás, aunque nadie siga mis pisadas. Cada uno hace lo que quiere, y yo he decidido ser fiel a mi mismo.

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