La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

sábado, 12 de enero de 2013

Como otros tantos días, hoy es uno de esos en los que las palabras están deseando salir y explotar, ya sea en tinta, en pantalla o en persona, pero quieren salir y no quedarse en el abismo del olvido. Sin embargo llevo unos cuantos minutos con las manos en el teclado y los dedos en las letras principales: asdf y ñlkj, y no sale nada de nada. Nada de nada.
Es cierto que no es la primera vez que esto me ocurre, que las palabras no salen, quizás porque ni siquiera yo mismo soy capaz de decirla ya que no las entiendo, o también quizás porque no quiero decirlas. No sé cuál es la solución a dicha incógnita. Pero hay veces que toca la moral por no decir algo peor, y también, en cierto modo, provoca una incertidumbre en el interior, mezclada con un cierto miedo por lo que esa bola de palabras que crece y crece, pueda provocar en su explosión.
Las palabras no encuentran el camino, y se quedan en la garganta.

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