Sea cuál sea el acto que llevemos acabo, sea bueno, malo, de grandes o pequeñas magnitudes, personal o en grupo. Da igual sus características, da igual cuándo, dónde y cómo lo lleves a cabo. Siempre, y es ley que así sea, siempre tendrás que atenerte a las consecuencias, que de igual manera pueden ser de cualquier tipo. Pero, es ley del destino, que tarde o temprano tendremos que hacernos responsables de nuestros actos, por un lado puede ser bueno, ya que al final los actos han dado lugar a beneficios, pero por otro lado, también pueden dar lugar a catástrofes de las cuales somos los únicos responsables.
Hasta las oportunidades marcan nuestra vida, incluso las que dejamos pasar.
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