Aquello que se pierde no se puede recuperar jamás. Lo único que perdura a lo largo de la historia son las palabras, sus consecuencias y la resaca de nuestros actos. Y entonces me pregunto, si eso, podría decirse que es una verdad para todos igual. ¿Por qué no todos pensamos dos veces lo que vamos a decir, y sobre todo las consecuencias que tienen esas palabras y el objetivo que se ha de cumplir?
Además de nuestros nombres, nuestras palabras perduran con nosotros.
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