La vida son los miseros segundos que deciden la cara o cruz de la moneda que está de canto encima de la mesa.

martes, 22 de enero de 2013

Lágrimas de purificación.

Con el tiempo me di cuenta, que no todas las lágrimas son de dolor y angustia. Ni si quiera de sufrimiento. Hay lágrimas que salen por felicidad, de la risa, de no controlar tanto la felicidad, endorfinas y euforia que abruman tu corazón, de la misma forma que hay sonrisas de pena.
No obstante hay unas lágrimas que están por encima de muchos, o casi todos los sentimientos, y son las lágrimas de la aceptación, no resignación, si no aceptación de lo que es, y que por ser cómo es, no se puede cambiar y como tal lo aceptamos. Lágrimas, que aunque sean de pena y de tristeza, con lágrimas de purificación, de santidad, de curación. Lágrimas que soltamos para eliminar toda la pena que nos hace soltarlas, toda la tristeza que tenemos acumulada, toda la tristeza que nos consume y nos aleja de nuestro destino, que en última estancia es ser feliz. Esas son las lágrimas más poderosas de todas, pues son capaces de cerrar las heridas, ya que aceptamos el miedo y lo vencemos, desterrando a la melancolía  la pena y la tristeza de nuestro corazón. Llorar no significa dolor, también puede significar avance, también puede significar un nuevo comienzo, aceptar lo que es, guardarlo en el corazón, taparlo con esas lágrimas, y encaminarte de nuevo la aventura. Pues hemos purificado el dolor y la tristeza, para dar paso a la felicidad.

Llorar es purgar la pena, 
deshidratar todo el miedo que hay en ti, 
es sudar la angustia que te llena, 
es llover tristeza para poder ser feliz. 

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