Al final, cuando dictaminan que hemos vivido lo suficiente, que hemos herrado y que hemos disfrutado lo que nos correspondía, cuando nos llega el momento, y podemos estar preparados y recibir al destino como un amigo, o por el contrario, creemos que es demasiado pronto, que queda mucho, que necesitas más tiempo para erradicar tus errores y vivir conforme la sabiduría que adquieres en esa situación, da igual. Todo da igual. Solo queda aceptarlo, si estabas preparado, lo aceptas de bueno. Si no lo estabas, solo puedes aceptarlo como es, o resignarte.
Puedes encabritarte como un caballo salvaje, decir palabrotas, maldecir al destino, pero a la hora de la verdad, tienes que resignarte.
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