Y soñé con un mundo donde la verdad era lo primero, la justicia lo segundo y la igualdad por encima de todo. Soñé que todos los hombres eran libres y podían elegir su forma de libertad. Un mundo donde nadie escondieras ases bajo la manga, donde no ocultásemos nuestros secretos, nuestros miedos ni nuestras debilidades. Soñé que la única arma empleada era picar y gastar bromas, y las únicas represalias eran risas y juegos.
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